Presidenta Sheinbaum: ¿cómo financiar las prioridades de desarrollo y clima en México?

Presidenta Sheinbaum: ¿cómo financiar las prioridades de desarrollo y clima en México? Adrián Fernández, director ejecutivo en ICM Sabemos que el cambio climático no es sólo un problema ambiental, también es la principal amenaza para el desarrollo económico, el bienestar de la gente y la prosperidad de las poblaciones actuales y futuras, y tiene impactos muy serios sobre la biodiversidad (ver Iniciativa ABC, 2025). Por tanto, las necesidades y desafíos de las agendas de desarrollo y clima deben atenderse simultáneamente garantizando la congruencia, alineación y complementariedad de políticas e inversiones en ambas materias. La administración de la presidenta Claudia Sheinbaum ha publicado el “Plan México”, un conjunto de 18 grandes programas y acciones relacionados con diversos temas como la producción de alimentos, la generación de electricidad limpia, la movilidad sustentable y muchos otros proyectos de inversión en infraestructura carretera, habitacional y portuaria entre otros. Varias de las medidas e inversiones contempladas en el Plan México formarán parte también de las nuevas Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDCs 3.0) o metas de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales está integrando actualmente con insumos y el apoyo de numerosos actores. Sin embargo, para cumplir con los próximos compromisos de México ante el Acuerdo de Paris será necesario hacer cuanto antes tres cosas: 1) acelerar la ejecución las medidas, políticas e inversiones ya identificadas para las que se cuenta con recursos públicos; 2) aumentar la escala planteada actualmente para varias medidas muy necesarias como la instalación de grandes plantas de generación eléctrica con paneles fotovoltaicos, turbinas eólicas y sistemas de almacenamiento (baterías, rebombeo, etc.), entre otros; 3) elaborar una Plataforma de Inversiones sobre Clima y Desarrollo, como lo han hecho recientemente países emergentes como Brasil y Sudáfrica. Para aumentar la escala de los esfuerzos se requiere invertir muchos mayores recursos financieros con los que cuenta el gobierno de México, vaya pues, de los que tiene cualquier gobierno del mundo. En una Plataforma de Inversión se integran recursos públicos y privados, nacionales e internacionales, todo ello bajo la rectoría del gobierno, con reglas claras, con transparencia y estableciendo criterios que permitan maximizar los beneficios sociales y de prosperidad compartida asociados a cada proyecto. El martes 23 de septiembre, la presidenta Sheinbaum dará su mensaje ante la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas. Ojalá pueda permanecer unas horas más en Nueva York para participar al día siguiente en la Cumbre de Líderes sobre el Clima convocada por el secretario general António Guterrez. En esa reunión, varios jefes de estado presentarán sus nuevas NDCs y refrendarán su compromiso con el combate al cambio climático. El presidente Cyrill Ramaphosa de Sudáfrica, el presidente Lula Da Silva de Brasil y otros más serán importantes protagonistas en la reunión. La Cumbre de Líderes sobre el Clima del 24 de septiembre durará sólo unas horas, pero ofrece una oportunidad política única para México y para la doctora Sheinbaum para volver a colocar a México de forma positiva en la conversación y liderazgo climático mundial. Esto se logrará si presenta la nueva meta ambiciosa de reducción de emisiones para el 2035 y anuncia que en 2026 México formulará su propia Plataforma de Inversión sobre Clima y Desarrollo. La Plataforma sentará claras bases sobre las necesidades de financiamiento internacional que requerirá nuestro país para impulsar las acciones e inversiones necesarias para combatir el cambio climático y proteger a nuestras poblaciones más vulnerables. Cada país determina cómo organizarse para preparar su Plataforma de Inversión sobre Clima y Desarrollo, así como las prioridades que se atenderán dentro de la misma. En México, la integración de esta Plataforma debiera ser liderada por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP), con una colaboración cercana de BANOBRAS, NAFIN y de las Secretarías de Medio Ambiente, Energía, Economía, Agricultura y Comunicaciones y Transportes entre otras. Por nuestro perfil de emisiones, nuestra Plataforma seguramente incluirá grandes inversiones en energía, transporte y en protección de los ecosistemas y la biodiversidad. El Fondo Verde del Clima está ofreciendo a México varios millones de dólares a fondo perdido para establecer y mantener las capacidades institucionales necesarias para el desarrollo y operación de la Plataforma de Inversión. En Brasil, por sus dimensiones gigantescas, es el Banco Nacional de Desarrollo Económico y Social de Brasil el responsable de coordinar la Plataforma, y por la naturaleza del país, las prioridades son en su mayoría de la agenda verde, concentrada en parar la deforestación y proteger la biodiversidad. En Sudáfrica por su parte, la agenda predominante es la eliminación de docenas de plantas de carbón y la generación de empleos asociados con energías limpias. Para el desarrollo y adecuada implementación de su Plataforma, Sudáfrica creó una Comisión de alto nivel dentro de la Presidencia de la República. Además de las medidas del Plan México, en la Plataforma se incorporarán meritorios esfuerzos ya realizados por la SHCP como la Taxonomía Sustentable y la Emisión de Bonos Verdes, entre otros. De igual manera los importantes acuerdos alcanzados recientemente con el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo. Sin embargo, será necesario propiciar inversiones privadas a gran escala para garantizar que nuestras rutas de descarbonización de la economía sean consistentes con las ambiciosas metas de reducción de emisiones que serán anunciadas por la presidenta Sheinbaum en Nueva York la próxima semana. Director ejecutivo de Iniciativa Climática de México. Texto publicado en El Universal el 19 de septiembre de 2025: https://www.eluniversal.com.mx/opinion/articulista-invitado/presidenta-sheinbaum-como-financiar-las-prioridades-de-desarrollo-y-clima-en-mexico/ Facebook Twitter LinkedIn Noticias recientes Aprendizajes de las juventudes ante la crisis climática Leer más Esperanza y colaboración para la acción climática Leer más Sociedad civil: clave del multilateralismo transformador Leer más
Aprendizajes de las juventudes ante la crisis climática

Lo que tenemos que aprender de las juventudes frente a la emergencia climática Jorge Villarreal, director de política climática en ICM. Como adultes y como activistas por el clima nos hace falta humildad para entender y aplaudir el empoderamiento de las juventudes. No hemos reconocido lo decisivo que este movimiento emergente es para el planeta, y que opera a través de sus propios saberes, lenguajes diversos, afectos, formas de organización y prácticas políticas propias. Erróneamente hemos querido que se comporten como nosotras y nosotros, activistas adultes que llevamos ya varios años por acá, pero cuyo esfuerzo ha sido claramente insuficiente para cambiar el sistema, para atender la emergencia climática. Por ello, en el día de las juventudes no puedo dejar de pensar en el año 2021. Recuerdo perfecto los nutridos caudales de juventudes llenando las calles frías, mojadas y ventosas de la Cumbre del Clima de Naciones Unidas en Glasgow, Escocia (COP 26). Estaban por doquier, en las salas y pasillos de las negociaciones del clima, en las vallas demandando acción urgente y enalteciendo la protesta por la justicia climática; también en las bancas y banquetas riendo, deliberando, llorando, discutiendo o celebrando. Su presencia era tan abrumadora y la voz tan fuerte, que convirtieron una convención climática más, en la plataforma de un poderoso movimiento político. La marcha por el clima en Glasgow fue poderosa por su muy nutrida participación (150.000 personas, la más grande hasta la fecha) y porque era claramente incómoda: “¡¿Cómo se atreven? Con nuestro futuro NO!”, gritaban una y otra vez, en colectivo y en lo individual, para cuestionar que la acción de la COP26 estaba muy lejos de ser suficiente, adecuada, certera. Tenían razón. Cuatro años después, alcanzamos ya niveles de emisiones contaminantes que generan un incremento de la temperatura promedio de la tierra de más de 1.5°C (sobre los niveles preindustriales, cuando empezamos a quemar una gran cantidad de combustibles fósiles). Los impactos de este calentamiento los vivimos a diario: cada año rompemos niveles récord de altas y prolongadas ondas de calor, tenemos mayores y más prolongadas sequias, huracanes atípicos y muy devastadores. Todos ellos con consecuencias sociales y económicas graves, que solo profundizan las inequidades existentes. El futuro sin una acción climática casi radical, pinta peor. Al organizar la Cumbre de la Juventud en Glasgow y movilizar a tantas personas, las juventudes hicieron su tarea y entendieron con claridad que debían verse y organizarse como un movimiento político, que se gobierna desde las bases, y no como un “grupo de interés” que solo dialoga con las élites en uno o dos momentos al año. Comprendieron perfecto lo que nuestra admirada Mary Robinson, expresidenta de Irlanda y Alta Comisionada de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, llevaba años comunicando: que la crisis climática no es una crisis técnica, es una crisis de voluntad política. Por eso la demanda tan clara de las juventudes: “¡¿Cómo se atreven? Con nuestro futuro NO!”. Este grito fue tan políticamente poderoso que tuvo eco en muchos rincones del planeta. Ese año lograron cosechar lo que habían sembrado desde unos tres o cuatro años antes: ser una fuerza organizativa, un sujeto político buscando un cambio en un mundo en crisis por el clima, pero también en crisis por las profundas inequidades sociales, generacionales, de género, económicas, de poder. Las juventudes también entendieron que el movimiento frente a la crisis climática era una lucha contra la exclusión generacional. La demanda “¡con nuestro futuro NO!” en el fondo es una demanda por el derecho a luchar y decidir por un futuro que es suyo y de las generaciones que vienen, un derecho a imaginar un futuro distinto. No les estamos ayudando lo suficiente. Y cuando hablan y demandan el futuro lo hacen desde la necesidad del presente. Es decir, no están “aventando” las decisiones a años posteriores, sino demandan claras y contundentes hoy. En el día de las juventudes, recuerdo con mucha emoción la movilización de aquel otoño en Glasgow, pero también repaso y agradezco las conversaciones y aprendizajes que las juventudes nos obsequian en México: la banda en ICM y en las organizaciones aliadas, en las aulas, los hackatones, la calle, la colonia, la comunidad, el barrio. Como activistas por el clima debemos de aprender de ellas, ellos, elles: necesitamos movilizarnos, organizarnos, salir a la protesta, tomar las redes sociales y darles contenido. Pelear desde los territorios para hacer frente a la crisis climática, atender las causas y las consecuencias, demandar justicia climática y transiciones energéticas justas. En Glasgow las juventudes lo dijeron en voz muy alta: con el futuro no, la acción es hoy. Reconocemos que el entorno para el activismo es agreste, difícil y en muchas zonas del país, peligroso. Pero también aplaudimos la creatividad, fortaleza, energía y la esperanza de las juventudes. La crisis climática necesita de este poderoso movimiento para la acción hoy. Caminemos juntos, juntas, juntes. Les acompañamos, les escuchamos, les leemos. Columna publicada en la revista Proceso: https://www.proceso.com.mx/opinion/2025/8/15/lo-que-tenemos-que-aprender-de-las-juventudes-frente-la-emergencia-climatica-357316.html Facebook Twitter LinkedIn Noticias recientes Esperanza y colaboración para la acción climática Leer más La sociedad civil: columna vertebral del multilateralismo transformador Leer más
Esperanza y colaboración para la acción climática

Esperanza y colaboración para la acción climática Mary Flores, investigadora asociada, Iniciativa Climática de México (ICM) Emilia Amezcua, internacionalista colaboradora, Iniciativa Climática de México (ICM) ICM se unió a la Arquidiócesis Primada de México e IMDOSOC para impulsar una cultura climática entre jóvenes inspirada en Laudato Sí. Si viajamos en el tiempo hacia el año 2015, presenciaríamos acontecimientos que marcaron una convergencia histórica de la acción global por el cuidado del planeta. En junio, en Roma, la publicación de la Encíclica Laudato si’ del Papa Francisco y en noviembre, en París, la negociación del Acuerdo de París. Estos esfuerzos, desde su creación, han reunido a distintos actores en diversas partes del mundo, dirigidos a un mismo destino: lograr un equilibrio entre la salud de la naturaleza y el desarrollo económico y tecnológico. Integrantes de la Asamblea General de Naciones Unidas externaron su reconocimiento a la respuesta integral que dio el papa Francisco a la compleja crisis social y ecológica en la encíclica. Texto respaldado por el diálogo entre el Sumo pontífice y un grupo de científicos, con el acompañamiento de la Pontificia Academia de las Ciencias. Se aplaudió de la encíclica el llamado moral a toda la humanidad a impulsar modos de vida sostenibles. En términos prácticos, esto implica disminuir la generación de residuos –al evitar el empleo de plástico de un solo uso y consumir con responsabilidad; el fomento del uso del transporte público y la movilidad activa –como caminar o andar bicicleta; integrar la producción de energía limpia y renovable –como los paneles solares; añadiendo muestras de solidaridad con los más vulnerables ante esta crisis. En la emblemática Conferencia de las Partes 21 en París (COP21), la Encíclica Laudato Si’ no fue un documento negociado directamente. Sin embargo, su mensaje resonó fuertemente antes y durante las conversaciones, gracias al Movimiento Católico Mundial por el Clima y a su red de más de 200 socios católicos. La encíclica ha dado origen a redes y plataformas e iniciativas para llevar su mensaje a la praxis institucional, como el Movimiento Laudato Si’, constituido por alrededor de 1000 organizaciones en más de 150 países. A la lista se suman la Semana Laudato Si’, un espacio que une a miles de personas del mundo para reflexionar, orar y actuar por el cuidado de la Creación, o campañas como Transformar la deuda en esperanza que impulsa la condonación de deudas excesivas con las que cargan algunos países a fin de liberar recursos y destinarlos al desarrollo sostenible. De acuerdo con la Alianza Europea Laudato Si’, el 95 % de las organizaciones católicas europeas han iniciado cambios institucionales inspirados en la encíclica. En México, también se ha impulsado la divulgación científica y cultural sobre la protección de la casa común. Es el caso de la Red Laudato Si’, conformada por la Arquidiócesis Primada de México, IMDOSOC e ICM. Asimismo, en los espacios universitarios se han estructurado planes de acción de siete años para incorporar los siete objetivos de la encíclica —la justicia ecológica, el acceso equitativo al agua, la economía circular y la espiritualidad ambiental— un compromiso sistémico con la agenda ambiental. El Acuerdo de París y la Encíclica Laudato Si’ ubicaron en el centro la urgencia de enfrentar las crisis climática, social y ecológica complementariamente –uno como acuerdo vinculante entre Estados con compromisos diferenciados y el otro como llamado moral a una conversión ecológica integral, que ha hecho eco en los espacios de discusión climática. Gracias a estos esfuerzos, hoy existe una visión común que da esperanza y guía colaborativa a la acción climática global. Facebook Twitter LinkedIn Noticias recientes Lo que tenemos que aprender de las juventudes frente a la emergencia climática Leer más La sociedad civil: columna vertebral del multilateralismo transformador Leer más Rumbo al 2030 la biodiversidad pasa, dejemos que siga pasando Leer más
Sociedad civil: clave del multilateralismo transformador

La sociedad civil: columna vertebral del multilateralismo transformador Mariana Gutiérrez Grados Gerente de Diplomacia y Transparencia Climática en Iniciativa Climática de México Mucho antes de que el Acuerdo de París fuera firmado en 2015, las organizaciones de sociedad civil ya estaban al frente de la defensa climática. En cada conferencia, cada espacio técnico y cada proceso nacional, la sociedad civil ha sido la primera en aplaudir los esfuerzos positivos de los países y, en otras ocasiones, testigo incómodo, voz crítica y motor de cambio. Nuestro papel ha sido constante: exigir mayor ambición, promover transparencia, visibilizar injusticias socioambientales y empujar hacia soluciones justas y alineadas a la altura que exige la crisis climática. No llegamos tarde a la conversación climática; llevamos décadas sosteniéndola. A diez años de la firma del Acuerdo de París, la Conferencia de las Partes, COP30, a celebrarse en Belém, Brasil, representa mucho más que una nueva cumbre climática. Es una oportunidad histórica para que América Latina y el Caribe se posicionen como protagonistas de la implementación climática global. En el corazón del “sur global”, Belém reunirá a líderes, negociadores, científicos y activistas en una conversación que ya no puede aplazarse: cómo responder de forma justa, efectiva y urgente a la crisis climática. El contexto internacional no es sencillo. Crecen los discursos autoritarios, se debilita la solidaridad entre naciones, y resurgen agendas anti-climáticas que ponen en riesgo los avances alcanzados. Incluso los espacios multilaterales enfrentan cuestionamientos por su falta de transparencia y por posibles conflictos de interés que favorecen a actores contaminantes. Por ejemplo, las Reuniones de Junio sobre Cambio Climático (SB62), celebradas en Bonn, Alemania, fueron una muestra clara de este desgaste. Cada medio año, estos encuentros se llevan a cabo con el fin de facilitar el terreno técnico y político para las negociaciones de la COP. Los participantes ofrecen información científica, tecnológica y de metodología fundamentales para orientar la toma de decisiones. Sin embargo, este año las sesiones comenzaron tarde por la falta de acuerdo sobre una agenda común, reflejando la fractura del diálogo y la creciente desconfianza en los procesos diplomáticos. Pero justo en ese terreno movedizo, las organizaciones de sociedad civil se mantienen firmes. Y en Bonn lo demostramos. Desde nuestras trincheras, las organizaciones no gubernamentales analizamos el desempeño de nuestros gobiernos con mirada crítica, pero constructiva. Generamos propuestas técnicas, alternativas legislativas, diagnósticos financieros y marcos de acción que enriquecen las políticas públicas y fortalecen su legitimidad. Socializamos conocimientos, ampliamos el debate, y visibilizamos las soluciones más eficaces para los grupos y comunidades históricamente ignoradas. Además, contribuimos a restaurar algo que no puede medirse en toneladas de CO₂ ni en hojas de cálculo: la confianza. La confianza de que aún es posible construir acuerdos colectivos, de que la acción climática puede ser justa, transparente y participativa, y de que las decisiones globales deben responder a las realidades locales. En Bonn, mientras algunos actores paralizaban los procesos, la sociedad civil tejía diálogos, impulsaba encuentros, y buscaba caminos alternativos para avanzar. No fue un papel de observadores; fue uno de liderazgo activo. Rumbo a Belém, este es el llamado: reconocer a la sociedad civil no como invitada en la implementación climática, sino como columna vertebral del multilateralismo transformador. En América Latina y el Caribe, hay una fuerza colectiva que articula justicia social, sabiduría territorial y resiliencia frente al cambio climático. Esa fuerza merece ser escuchada, apoyada y posicionada en el centro de las soluciones. La COP30 es nuestra oportunidad de demostrar que la implementación no es una tarea técnica limitada a cifras y cronogramas, sino un proceso profundamente humano, donde la acción climática cobra sentido cuando responde a las voces que no han sido escuchadas en la toma de decisiones. Si restaurar la confianza es el primer paso para avanzar, entonces que el protagonismo de la sociedad civil sea el puente entre lo posible y lo urgente. Facebook Twitter LinkedIn Noticias recientes Rumbo al 2030 la biodiversidad pasa, dejemos que siga pasando Leer más