La sociedad civil: columna vertebral del multilateralismo transformador

Mariana Gutiérrez Grados
Gerente de Diplomacia y Transparencia Climática en Iniciativa Climática de México
Mucho antes de que el Acuerdo de París fuera firmado en 2015, las organizaciones de sociedad civil ya estaban al frente de la defensa climática. En cada conferencia, cada espacio técnico y cada proceso nacional, la sociedad civil ha sido la primera en aplaudir los esfuerzos positivos de los países y, en otras ocasiones, testigo incómodo, voz crítica y motor de cambio. Nuestro papel ha sido constante: exigir mayor ambición, promover transparencia, visibilizar injusticias socioambientales y empujar hacia soluciones justas y alineadas a la altura que exige la crisis climática. No llegamos tarde a la conversación climática; llevamos décadas sosteniéndola.
A diez años de la firma del Acuerdo de París, la Conferencia de las Partes, COP30, a celebrarse en Belém, Brasil, representa mucho más que una nueva cumbre climática. Es una oportunidad histórica para que América Latina y el Caribe se posicionen como protagonistas de la implementación climática global. En el corazón del “sur global”, Belém reunirá a líderes, negociadores, científicos y activistas en una conversación que ya no puede aplazarse: cómo responder de forma justa, efectiva y urgente a la crisis climática.
El contexto internacional no es sencillo. Crecen los discursos autoritarios, se debilita la solidaridad entre naciones, y resurgen agendas anti-climáticas que ponen en riesgo los avances alcanzados. Incluso los espacios multilaterales enfrentan cuestionamientos por su falta de transparencia y por posibles conflictos de interés que favorecen a actores contaminantes.
Por ejemplo, las Reuniones de Junio sobre Cambio Climático (SB62), celebradas en Bonn, Alemania, fueron una muestra clara de este desgaste. Cada medio año, estos encuentros se llevan a cabo con el fin de facilitar el terreno técnico y político para las negociaciones de la COP. Los participantes ofrecen información científica, tecnológica y de metodología fundamentales para orientar la toma de decisiones. Sin embargo, este año las sesiones comenzaron tarde por la falta de acuerdo sobre una agenda común, reflejando la fractura del diálogo y la creciente desconfianza en los procesos diplomáticos.
Pero justo en ese terreno movedizo, las organizaciones de sociedad civil se mantienen firmes. Y en Bonn lo demostramos.
Desde nuestras trincheras, las organizaciones no gubernamentales analizamos el desempeño de nuestros gobiernos con mirada crítica, pero constructiva. Generamos propuestas técnicas, alternativas legislativas, diagnósticos financieros y marcos de acción que enriquecen las políticas públicas y fortalecen su legitimidad. Socializamos conocimientos, ampliamos el debate, y visibilizamos las soluciones más eficaces para los grupos y comunidades históricamente ignoradas.
Además, contribuimos a restaurar algo que no puede medirse en toneladas de CO₂ ni en hojas de cálculo: la confianza. La confianza de que aún es posible construir acuerdos colectivos, de que la acción climática puede ser justa, transparente y participativa, y de que las decisiones globales deben responder a las realidades locales.
En Bonn, mientras algunos actores paralizaban los procesos, la sociedad civil tejía diálogos, impulsaba encuentros, y buscaba caminos alternativos para avanzar. No fue un papel de observadores; fue uno de liderazgo activo.
Rumbo a Belém, este es el llamado: reconocer a la sociedad civil no como invitada en la implementación climática, sino como columna vertebral del multilateralismo transformador. En América Latina y el Caribe, hay una fuerza colectiva que articula justicia social, sabiduría territorial y resiliencia frente al cambio climático. Esa fuerza merece ser escuchada, apoyada y posicionada en el centro de las soluciones.
La COP30 es nuestra oportunidad de demostrar que la implementación no es una tarea técnica limitada a cifras y cronogramas, sino un proceso profundamente humano, donde la acción climática cobra sentido cuando responde a las voces que no han sido escuchadas en la toma de decisiones.
Si restaurar la confianza es el primer paso para avanzar, entonces que el protagonismo de la sociedad civil sea el puente entre lo posible y lo urgente.