Iniciativa Climática de México

Esperanza y colaboración para la acción climática

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Mary Flores, investigadora asociada, Iniciativa Climática de México (ICM)

Emilia Amezcua, internacionalista colaboradora, Iniciativa Climática de México (ICM)

 

  • ICM se unió a la Arquidiócesis Primada de México e IMDOSOC para impulsar una cultura climática entre jóvenes inspirada en Laudato Sí.

Si viajamos en el tiempo hacia el año 2015, presenciaríamos acontecimientos que marcaron una convergencia histórica de la acción global por el cuidado del planeta. En junio, en Roma, la publicación de la Encíclica Laudato si’ del Papa Francisco y en noviembre, en París, la negociación del Acuerdo de París. 

Estos esfuerzos, desde su creación, han reunido a distintos actores en diversas partes del mundo, dirigidos a un mismo destino: lograr un equilibrio entre la salud de la naturaleza y el desarrollo económico y tecnológico. 

Integrantes de la Asamblea General de Naciones Unidas externaron su reconocimiento a la respuesta integral que dio el papa Francisco a la compleja crisis social y ecológica en la encíclica. Texto respaldado por el diálogo entre el Sumo pontífice y un grupo de científicos, con el acompañamiento de la Pontificia Academia de las Ciencias. 

Se aplaudió de la encíclica el llamado moral a toda la humanidad a impulsar modos de vida sostenibles. En términos prácticos, esto implica disminuir la generación de residuos –al evitar el empleo de plástico de un solo uso y consumir con responsabilidad; el fomento del uso del transporte público y la movilidad activa –como caminar o andar bicicleta; integrar la producción de energía limpia y renovable –como los paneles solares; añadiendo muestras de solidaridad con los más vulnerables ante esta crisis.

En la emblemática Conferencia de las Partes 21 en París (COP21), la Encíclica Laudato Si’ no fue un documento negociado directamente. Sin embargo, su mensaje resonó fuertemente antes y durante las conversaciones, gracias al Movimiento Católico Mundial por el Clima y a su red de más de 200 socios católicos.

La encíclica ha dado origen a redes y plataformas e iniciativas para llevar su mensaje a la praxis institucional, como el Movimiento Laudato Si’, constituido por alrededor de 1000 organizaciones en más de 150 países.

A la lista se suman la Semana Laudato Si’, un espacio que une a miles de personas del mundo para reflexionar, orar y actuar por el cuidado de la Creación, o campañas como Transformar la deuda en esperanza que impulsa la condonación de deudas excesivas con las que cargan algunos países a fin de liberar recursos y destinarlos al desarrollo sostenible. 

De acuerdo con la Alianza Europea Laudato Si’, el 95% de las organizaciones católicas europeas han iniciado cambios institucionales inspirados en la encíclica. En México, también se ha impulsado la divulgación científica y cultural sobre la protección de la casa común. Es el caso de la Red Laudato Si’, conformada por la Arquidiócesis Primada de México, IMDOSOC e ICM. 

Asimismo, en los espacios universitarios se han estructurado planes de acción de siete años para incorporar los siete objetivos de la encíclica —la justicia ecológica, el acceso equitativo al agua, la economía circular y la espiritualidad ambiental— un compromiso sistémico con la agenda ambiental. 

El Acuerdo de París y la Encíclica Laudato Si’ ubicaron en el centro la urgencia de enfrentar las crisis climática, social y ecológica complementariamente –uno como acuerdo vinculante entre Estados con compromisos diferenciados y el otro como llamado moral a una conversión ecológica integral, que ha hecho eco en los espacios de discusión climática. Gracias a estos esfuerzos, hoy existe una visión común que da esperanza y guía colaborativa a la acción climática global. 

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