La justicia de género es central en la acción climática

La justicia de género es central en la acción climática Por Erika Ortiz, Instituto de Desarrollo, Energía y Ambiente, IDEA El activismo femenino en pro de acciones climáticas hoy se traduce en números y acciones. Desde principios del siglo XXI, se ha mantenido una tendencia visible: las mujeres están más preocupadas por temas climáticos que los hombres y muestran en su vida diaria una disposición sólida hacia comportamientos proambientales. Sin embargo, en buena parte del mundo, hay una disparidad de género en el ámbito político ambiental. En el contexto del Día Mundial de la Acción por el Clima, es urgente volver a poner sobre la mesa un hecho ineludible: el cambio climático no afecta por igual a todas las personas. Las mujeres -especialmente aquellas en situación de pobreza, rurales, indígenas o jefas de familia- enfrentan una vulnerabilidad mayor frente a impactos como sequías, incendios, u olas de calor. En México, donde alrededor de 30% de los hogares pobres están encabezados por mujeres, según el CONEVAL, esta realidad adquiere una dimensión crítica. Significa que padecen mayores presiones económicas, debido a que tienen más personas dependientes a su cuidado; enfrentan carencia alimentaria; además que suman rezagos estructurales, como menor acceso al trabajo remunerado y con frecuencia, salarios más bajos. La ONU ha señalado que las mujeres y niñas tienen mayores probabilidades de verse afectadas por desastres naturales y enfrentan más obstáculos para adaptarse a los impactos climáticos debido a factores como el acceso limitado a recursos, servicios financieros, tecnologías o información temprana. Cerca del 80% de las personas desplazadas por desastres naturales son mujeres y niñas. A ello se suma que los eventos extremos como sequías o inundaciones están correlacionados con el aumento de la violencia de género y la inseguridad alimentaria. Estos datos explican, en parte, el papel relevante que han asumido las mujeres como agentes indispensables para enfrentar el cambio climático. Desde las comunidades y su trabajo en territorio, su papel en la gestión del agua, la conservación de la biodiversidad y la transmisión de saberes tradicionales ha sido clave en iniciativas exitosas de adaptación y mitigación. Asimismo, han encabezado movimientos de resistencia contra prácticas agrotóxicas en todo el mundo y producen conocimiento técnico y científico de gran valor. En este contexto, la perspectiva de género interseccional en la elaboración de las estrategias y políticas climáticas no puede seguir siendo marginal. Es necesaria para visibilizar los impactos diferenciados, reconocer las necesidades de mujeres y hombres, y garantizar una distribución equitativa de los beneficios y oportunidades. México se encuentra en un momento crucial para redefinir su política climática, con la actualización de su Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC) y el compromiso de alcanzar emisiones netas cero para 2050. El momento actual abre una ventana de oportunidad para que nuestro país impulse políticas climáticas más inclusivas y ambiciosas. La disposición expresada por la nueva administración de avanzar a una transición energética justa y acelerar la descarbonización de la economía, debe ir acompañada de acciones concretas que garanticen que esa transformación sea incluyente y con una perspectiva de género. Frente a este panorama, se presenta una oportunidad única para hacerlo bien desde el inicio. Por eso, es indispensable generar las condiciones de política pública que aseguren la participación de niñas y mujeres y fortalezcan su liderazgo a través de promover activamente su presencia en todos los aspectos de la planificación, implementación y toma de decisiones dirigidas a eliminar las desigualdades sistémicas y relacionadas con el cambio climático. Recordemos que la justicia climática solo será plena si es también de género. Este texto fue publicado en Expansión ESG https://esg.expansion.mx/opinion/2025/05/18/la-justicia-de-genero-es-central-en-la-accion-climatica? Facebook Twitter LinkedIn Noticias recientes Electromovilidad: necesaria pero no suficiente Leer más ICM reconoce el legado de Francisco en pro de resolver la crisis ambiental con justicia Leer más Cumbre climática urge movilizar el financiamiento climático en México Leer más
¿Cómo entendemos la Transición Energética Justa?

Autoría: Lis Camacho, Dahely Castelán, Rafael Fonseca, Viridiana González, July Puentes y Ana Tamborrel La emergencia climática, la desigualdad, las condiciones de alta vulnerabilidad y los compromisos climáticos, son algunos de los factores por los que México debe implementar con urgencia medidas de mitigación y adaptación al cambio climático. México se ha comprometido a reducir emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en un 35% de forma no condicionada a financiamiento internacional para el año 2030 en su Contribución Determinada a nivel Nacional (NDC, por sus siglas en inglés) vigente. No obstante, para alcanzar esta meta el país enfrenta un enorme reto para lograr la descarbonización de los sectores que más contribuyen al cambio climático y son altamente dependientes de los combustibles fósiles. En específico, el sector eléctrico es uno de los que más contribuye a las emisiones de GEI pues la generación de electricidad es responsable de cerca del 20% de las emisiones totales del país (SEMARNAT & INECC, 2023), y de las cuáles el 69% son generadas por fuentes fósiles, como el gas fósil, combustóleo, carbón y diésel. En este contexto, la Transición Energética Justa (TEJ) se presenta como una oportunidad para impulsar la transformación de un modelo energético basado en los combustibles fósiles a uno descarbonizado, al mismo tiempo que busca abordar las desigualdades estructurales y las injusticias climáticas y energéticas. Esto implica reconocer, mitigar y remediar los impactos diferenciados que ha dejado la dependencia a los combustibles fósiles y distribuir equitativamente costos y beneficios derivados de la transición. Ahora, ante la urgencia climática que estamos viviendo, existen múltiples perspectivas sobre cómo abordar los desafíos que enfrentamos en el sector energético. La diversidad de los territorios y de las poblaciones locales en México han planteado discusiones enriquecedoras sobre las distintas formas de emprender procesos de transición energética. Reconociendo esta diversidad y sin pretender simplificarla, la Iniciativa Climática de México busca con este artículo ofrecer una conceptualización inicial sobre la transición energética justa, partiendo de la premisa de que este concepto debe discutirse a partir de un proceso colectivo y abierto. ICM define la TEJ como un proceso gradual y participativo de transformación de un modelo energético basado en los combustibles fósiles a uno descarbonizado, que busca atender la emergencia climática, reducir las desigualdades estructurales y mejorar el bienestar y calidad de vida de las personas, al mismo tiempo que reduce las emisiones de GEI y otros contaminantes. Esto implica: La TEJ no es un proceso aislado y reconoce que el sistema energético se encuentra interrelacionado con otros sistemas sociales y ecológicos. Abordar la transición de un sistema eléctrico desde una perspectiva de justicia implica reconocer sus dimensiones sociales, políticas y ambientales, e identificar cómo, dónde, quién y para quién se produce la energía, cuestionando también la forma en que se consume, distribuye y transmite la energía, así como quién toma las decisiones, quiénes se benefician y cómo impacta en los esfuerzos para atender el cambio climático. La TEJ es un proceso que permite generar un diálogo entre las acciones de mitigación de GEI, la política energética y el desarrollo socioeconómico regional y nacional, con un enfoque de género, inclusión social y técnicamente viable. Para garantizar que una transición sea realmente justa es esencial contemplar de manera integral los posibles impactos específicos y diferenciados en las regiones y sectores de la sociedad donde se llevará a cabo este proceso y cuáles serían sus resultados. Esto implica garantizar espacios de participación significativa y de toma de decisiones, centrados en las personas y comunidades directamente afectadas, incorporando enfoques territoriales, ambientales, de derechos humanos, de género, étnicos e interculturales. Para asegurar estas condiciones, es necesario definir colectivamente los principios y acciones prioritarias que regirán la TEJ en el país y contar con mecanismos institucionales que permitan la coordinación y corresponsabilidad entre los sectores involucrados en los procesos inherentes de la transformación de la matriz eléctrica. Así, la transición energética justa también representa una oportunidad única para lograr una verdadera transformación que contribuya a cerrar las brechas de desigualdad, siempre que se aborde como un ejercicio de desarrollo socioeconómico participativo y equitativo donde todos los sectores de la sociedad sean parte activa del proceso y se garantice la plena incorporación de los derechos humanos de los grupos en situación de vulnerabilidad en estos esfuerzos. Estos enfoques coinciden con el enfoque de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), que hace un llamado a fomentar estrategias de transición sensibles al género para la mitigación y adaptación, que tengan como principios proteger, respetar y promover los derechos humanos, así como buscar el empoderamiento económico, el acceso al trabajo decente, la educación, medios de vida sostenibles y sistemas de protección social inclusivos y sensibles al género. Asimismo, para garantizar una transición energética justa se requiere asegurar que existan mecanismos de transparencia y rendición de cuentas que garanticen acceso equitativo a la información pública, asequible y efectiva así como instrumentos que permitan dar seguimiento a los resultados, beneficios e impactos de los proyectos energéticos. Todo esto con el propósito de establecer condiciones que brinden una base sólida para la colaboración y el trabajo conjunto hacia un futuro energético más justo y sostenible. Por lo anterior, se entiende que la TEJ es un proceso que busca ajustar el rumbo del desarrollo del país hacia un futuro descarbonizado, garantizando procesos justos que contribuyan a mejorar de manera significativa el bienestar y la calidad de vida de la población, sin profundizar las desigualdades estructurales y las injusticias climáticas y energéticas, al mismo tiempo que se garantiza el cumplimiento a los compromisos nacionales e internacionales que tiene México en relación al cambio climático, como es el caso del Acuerdo de París, mediante su NDC, además de la Ley General de Cambio Climático y la Ley de Transición Energética. Para poder cumplir con los compromisos climáticos de México es urgente encaminarnos hacia la descarbonización del sector eléctrico desde una perspectiva de justicia, lo cual implica que la transición energética no solo reduzca las emisiones, sino
Las Juventudes en la Acción Climática y la Transición Energética Justa

Día Internacional de las Juventudes 12 de agosto de 2024 Mary Flores, Lisbeth Camacho, Dahely Castelán, Carlos Andrés Rubio Pérez. Juventudes y Acción Climática Global La crisis climática es uno de los grandes desafíos que enfrentamos actualmente como civilización y ya empezamos a vivir sus impactos, sin embargo, también representa una oportunidad para avanzar hacia un futuro colectivo, pacífico y en armonía con la biodiversidad. Las infancias y juventudes enfrentaremos los daños y consecuencias del cambio climático de manera desproporcionada, en relación con las generaciones que nos preceden, por esta razón, promovemos acciones decisivas para lograr un futuro sostenible. A pesar de que las decisiones políticas afectan directamente nuestro futuro, las juventudes hemos sido excluidas de los espacios de toma de decisiones, con todo, hemos conseguido abrirnos camino y crear oportunidades para nuestra participación e incidencia en diversos foros nacionales e Internacionales. Gracias al trabajo de activismo de miles de jóvenes, niños y niñas , se ha empezado a reconocer nuestro papel fundamental en la definición de una ruta que nos permita hacer frente a los impactos de las diversas crisis que enfrentamos como humanidad. Así, las juventudes hemos emprendido un camino significativo en la acción climática a nivel mundial a través de diversas iniciativas, como campañas, plataformas de comunicación, incidencia en la toma de decisiones e implementación de proyectos. Algunos ejemplos incluyen: #UnaSolaGeneración:Una campaña de comunicación promovida por activistas de 13 países de América Latina, el Caribe y España. “Guardianes por la Vida“, Un movimiento iniciado por Francisco Vera Manzanares en Colombia, que busca lograr la justicia climática y la paz ambiental, reivindicando las voces de las infancias de todo el mundo a través de la ecoesperanza. #FuturosIndígenas: Una red de resistencia que posiciona narrativas, historias y acciones en defensa de los territorios y cuerpos como respuesta a la crisis climática. Participación de las Juventudes Mexicanas en la pasada COP 28 La Declaración Mundial de la Juventud presentada en la COP 28, es un llamado internacional a la acción climática realizado por infancias y juventudes de 150 países. Esta declaración es el resultado de su participación en las Conferencias Locales y Regionales de la Juventud, hackatones de política y aproximadamente 700,000 encuestas de U-Report de UNICEF. Algunos puntos a destacar de esta Declaración son: 1) Reconocer y apoyar el Balance de la Juventud (Youth Stocktake) en paralelo con los futuros procesos del Balance Global (Global Stocktake). 2) Crear Consejos Consultivos Juveniles a nivel local y nacional e implementar programas de Jóvenes Delegados Climáticos. 3) Reconocer y amplificar el papel de las infancias y juventudes como movilizadores clave de la acción climática, asignando fondos específicos a proyectos de justicia climática y litigios climáticos dirigidos por personas jóvenes. Durante esta misma COP 28, las juventudes mexicanas tuvieron una destacada participación; Michel Zárate, bióloga mexicana de 27 años, fue galardonada en los Premios de la ONU a la Acción por el Clima por su contribución en el fortalecimiento de la resiliencia climática en comunidades indígenas mixtecas marginalizadas en la sierra mixteca de Oaxaca. El proyecto por el cual recibió este premio, consiste en el abastecimiento de agua limpia, capacitaciones sobre tecnologías alternativas para tratar residuos sólidos humanos y técnicas para construir cisternas de captación de agua pluvial con materiales locales y amigables con el medio ambiente. A nivel nacional, este año se llevó a cabo en la ciudad de Toluca la Cumbre Nacional de las Juventudes (LCOY, por sus siglas en inglés), el objetivo fue amplificar la voz de las juventudes respecto a los temas de la crisis climática. Durante esta Cumbre se redactaron posicionamientos juveniles sobre distintos temas de la crisis climática, incluyendo el eje de transiciones justas, los cuales se presentarán en la cumbre regional de América Latina y, posteriormente, en las cumbres globales de cambio climático que se realizan cada año (COY y COP). Algunos puntos a destacar, de dicho posicionamiento son: Involucrar a las comunidades: es esencial poner en el centro de la toma de decisiones a las comunidades que son y serán mayormente afectadas por la crisis climática debido a proyectos de energía, la extracción de minerales críticos y los impactos de la transición energética. Descentralización de la producción de energía: es necesario el trabajo con organizaciones comunitarias para que puedan generar y administrar su propia energía. Involucrar a otros grupos históricamente oprimidos: para la toma de decisiones se tiene que escuchar y permitir actuar a poblaciones discriminadas como lo son personas de la diversidad sexual, personas neurodivergentes, con alguna discapacidad física, juventudes, personas racializadas, entre otras. Repensar el sistema económico y político actual: se debe trabajar en establecer un modelo económico humano que proteja los bienes comunales, en vez de priorizar la acumulación de riquezas en pocas manos. Perspectiva antipatriarcal, anticapitalista y anticolonialista: considerando la evidencia histórica, se plantea al capitalismo, el patriarcado y el colonialismo como las causas raíz de la crisis climática y socioambiental, debido a la opresión de mujeres y otros géneros, así como de diversos grupos poblacionales, la explotación de la fuerza laboral y la extracción y acumulación de riquezas en manos de una minoría. Promover economías solidarias como cooperativas energéticas: las cooperativas son empresas con organización completamente horizontal, donde quienes trabajan ahí son propietarias de la misma. De esta manera se eliminan los conflictos de interés, y se puede ofrecer una mejor calidad de vida a quienes colaboran en estas, a la vez que se protegen los bienes comunales, como la energía, el agua, la vivienda, entre otros. Las Juventudes y la Transición Energética Justa Las juventudes hemos vinculado las exigencias de justicia climática con la necesidad de impulsar una Transición Energética Justa (TEJ), considerando la histórica dependencia de los combustibles fósiles para la generación de energía eléctrica. Buscamos un cambio de paradigma a través de la descarbonización de las matrices eléctricas[1], la protección y conservación de los ecosistemas, y la disminución de desigualdades estructurales, creando economías solidarias para propiciar el bienestar de las generaciones presentes y futuras. Un ejemplo de cómo la Transición Energética Justa (TEJ) puede mejorar la
Como taco sin tortilla: el sector agrícola ante el cambio climático

Ciudad de México, 06 de junio del 2024. Las tortillas, tlacoyos, elotes, frijoles, arroz y el café están en riesgo, la producción de estos granos ha sido afectada por la sequía y las altas temperaturas. Durante las últimas dos décadas, la sequía ha impactado a más del 60% del territorio nacional y, considerando que la producción, rendimiento y crecimiento de las plantas en la agricultura dependen del clima, es un sector que se ha visto afectado. Las sequías prolongadas y el aumento de la temperatura causan estrés hídrico en la planta, interfiriendo en el crecimiento y dañando de manera irreversible al inicio de su desarrollo. Entre los cultivos más impactados se encuentran el maíz, frijol y trigo bajo agricultura de temporal (Sánchez Guijosa et al 2023). En el 2024, las áreas con categoría de sequía extrema a excepcional aumentaron en el centro, occidente y noreste del país[1] lo que ha ocasionado que el 85% de los municipios de México presenten algún grado de sequía. Además, estamos enfrentando una crisis hídrica que impactará en la disminución de producción de alimentos en el país. La agricultura en México es dependiente de las lluvias, el 80% de la superficie sembrada es de temporal y el 20% es agricultura de riego, sin embargo, los distritos de riego dependen del volumen almacenado en las presas de uso agrícola, que proviene de la lluvia. Para mayo del 2024, la región noroeste de México tenía sólo el 11% del almacenamiento posible de las presas de esa zona[2]. Este panorama no es único de la región noroeste, en la mayoría de las regiones en México el almacenamiento de presas se encuentra por debajo del promedio (imagen 1). Imagen 1. Almacenamiento de presas de uso agrícola en México al 20 de mayo del 2024. Fuente: SIAP, 2024 ¿Te has preguntado de dónde viene el agua necesaria para producir lo que comemos? La agricultura usa el 77% del agua dulce disponible a nivel nacional, la mayor parte proviene de aguas superficiales (61%) como presas, ríos, lagos y el 39% de aguas subterráneas como pozos[3]. Este dato es relevante para generar conciencia sobre la cantidad de agua que se usa para producir las tortillas, arroz, frijoles y hortalizas que llegan a nuestras mesas todos los días. Conocer de dónde viene el agua necesaria para producir los alimentos también permite reflexionar sobre el impacto que ha tenido el cambio climático en la agricultura, por ejemplo en la disminución del rendimiento del maíz. El Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) prevé que el rendimiento del maíz disminuya entre el 10% y el 14% por el aumento de las altas temperaturas, por lo que el abastecimiento de este alimento básico de todas y todos los mexicanos, de importancia cultural y gastronómica, se verá amenazado. Aunque México importa el 35% de la demanda de maíz amarillo, sí es autosuficiente para el abastecimiento de maíz blanco usado en alimentación (Murray y Jaramillo, 2017) y como no va a serlo, si en cada uno de los 32 estados que conforman el territorio mexicano y en cada localidad encontramos maíz, evidencia de la importancia cultural y alimentaria de este grano para México. Por otro lado, el Monitor de Sequía de América del Norte con información de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural precisó que, con la actual situación de sequía, se espera que en este 2024 la producción de café en la frontera sur de México baje 8% respecto a la cifra anual, cabe mencionar que esta zona se encarga de cultivar entre el 80% y el 90% del café en México. Otro ejemplo es la reducción del 20% en producción de maíz y frijol en Durango y Zacatecas. Aunado a las altas temperaturas y periodos largos de sequía, los patrones de lluvia ya se han visto alterados por el cambio climático. Los escenarios de cambio climático muestran que la precipitación disminuirá entre 10 y 15% a nivel nacional y hasta en 50% en algunos estados. Para México, el impacto del cambio climático equivale a un acceso limitado de agua para nuestros cultivos básicos, y que la producción de temporal dependa de patrones de lluvias muy variados, donde si llueve, será en forma de tormentas intensas o ciclones tropicales (Murray y Jaramillo, 2017). Con este panorama, la producción de alimentos se convierte en una actividad económica de muy alto riesgo. Por todo lo anterior, existe una urgencia de acción ante esta crisis climática para garantizar una rápida transición hacia modelos de producción de alimentos sostenibles y adaptados a un clima cada vez más seco y variado. Esta transición debe ser justa e inclusiva a todas las partes en la cadena de producción, incluyendo a otros sectores como la academia y el gobierno, unificados en un sólo esfuerzo para enfrentarse al cambio climático, sólo así se podrá asegurar la producción de alimentos en el mundo y en nuestro país. *** Mónica Toledo – Cambio Climático y Biodiversidad Referencias Murray Tortarolo, Guillermo N. y Jaramillo, Víctor J. (2018). El reto del maíz en México frente al cambio climático. Revista Digital Universitaria. Vol 19, num 1 enero-febrero. DOI: http://doi.org/10.22201/codeic.16076079e.2018.v19n1.a IPCC, 2022: Annex I: Global to Regional Atlas [Portner, H.-O., A. Alegria, V. Moller, E.S. Poloczanska, K. Mintenbeck, S. Gotze (eds.)]. In: Climate Change 2022: Impacts, Adaptation and Vulnerability. Contribution of Working Group II the Sixth Assessment Report of the Intergovernmental Panel on Climate Change [H.-O. Portner, D.C. Roberts, M. Tignor, E.S. Poloczanska, K. Mintenbeck, A. Alegria, M. Craig, S. Langsdorf, S. Loschke, V. Moller, A. Okem, B. Rama (eds.)]. Cambridge University Press, Cambridge, UK and New York, NY, USA, pp. 2811–2896, doi:10.1017/9781009325844.028 Sánchez Guijosa, K., Murray Tortarolo, G y Martínez Salgado, M. (2023). ¿Cómo afecta la sequía al sector agrícola mexicano? Crisis Ambiental. Revista Nexos https://medioambiente.nexos.com.mx/como-afecta-la-sequia-al-sector-agricola-mexicano/ Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural. (30 de diciembre de 2022) Programa Sectorial de Agricultura y Desarrollo Rural. En: https://www.gob.mx/agricultura/documentos/programa-sectorial-de-agricultura-y-desarrollo-rural-2020-2024 Comisión Nacional del Agua (20 de mayo 2024) Reporte del Monitor de Sequía. En: https://smn.conagua.gob.mx/es/climatologia/monitor-de-sequia/monitor-de-sequia-en-mexico Sistema Meteorológico Nacional de la Comisión Nacional del